Afecta al tiroides, glándula
encargada de la regulación de las funciones
corporales. Puede ser adquirido
(degeneración progresiva del tiroides)
o congénito (que aparezca
en el nacimiento). En el malamute se da mayoritariamente
la primera, aunque hay pocos datos. No se conoce
con exactitud el modo de trasmisión genético
por lo que es aconsejable no emplear animales
afectados para cría. Los síntomas
más comunes serían letargia, pelo
seco y quebradizo o grasiento, oscurecimiento
de la piel y aumento de peso. También puede
ser la razón de episodios de agresividad
repentinos e injustificados.
El tratamiento es similar al de humanos, consiste
en la administración de suplementos
de tiroxina de por vida. En una
semana se pueden apreciar mejoras en
el animal.
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